Cuando yo era muy pequeño, era un descampado donde jugábamos horas y horas al fútbol.
Luego hicieron la guardería. La arena dura se cambió por duro cemento, pero a cambio teníamos miles de porterías. Y mi abuela seguía bajando a buscarme para ir a comer, cada día a las 13:55, cuando todavía faltaban 5 minutos del partido de nuestras vidas.
Eran tiempos estupendos. Ahora el fútbol se tiene que practicar en campos de césped artificial, o en clubs de colegio… Por eso llenaron la plaza de gatos, para que el balón no rodara con facilidad.
Aún así, he de reconocer que dan mucho juego para los pequeños. Vaya mi homenaje desde aquí a la plaza de mi niñez.