Hace dos años, dediqué este día a San Isidro (ver la entrada «Madrileños«) con un homenaje a una ciudad invivible pero insustituible (eso no es mío, es del grandérrimo @joaquinsabina).
Pero como hoy la pradera está vacía, los chotis suenan solamente en los balcones, y los churros y rosquillas son de puertas para dentro, cuando podamos, ya dedicaremos una foto a San Isidro como se merece.
Hoy vamos a dedicar la foto al día internacional de la familia. Concretamente, a la mía, a la que adoro. Tengo una suerte tremenda de contar con una gran familia. Unos padres espectaculares, unos hermanos excepcionales, unos tíos estupendos, unos primos que no me los merezco, y muy buenos amigos, muchos de ellos a los que considero familia, la familia que tu eliges…
Y también, tengo la enorme suerte de haber formado la mía propia. Inmejorable. Y los quiero con locura. Y me dan el ánimo para levantarme cada día y mirar hacia delante, llenándome de un amor puro y sincero que alimenta el alma. Ahora, la vida nos está regalando mucho tiempo juntos. Y cada vez, lo estoy disfrutando más. En casa, en fase 0, pero al mal tiempo buena cara… ¿O no refleja eso la fotografía, del último cumpleaños, que pasamos confinados y sin nadie más? 🙂
