No hay nada que le guste más a un niño que soplar a un diente de león. Es la cosa más simple del mundo, pero es ahí donde radica su encanto, en la belleza de lo simple.
Los peques vieron estos y querían todos soplarlos… Pero fueron bastante respetuosos unos con otros. Se pusieron de acuerdo y lo hicieron coordinados, y mira que es difícil… Creo que estamos haciendo bien nuestro trabajo, que es educar a los cachorros para que sean grandes personas en el futuro… 🙂