Hoy es el primer día de mi nueva vida. Un punto de inflexión dentro de uno mayor que está siendo este interminable confinamiento.
Papeleos, deberes de los críos, llamadas de teléfono, que se me queman las patatas, más llamadas, o te comes todo o no te doy postre… No se parecía ni con mucho al día que había planeado para hoy. Pero la vida no es como la planeas, sino como viene. Y según venga, así hay que actuar.
Hoy retomo este blog, con toda la ilusión y todas las ganas del mundo. Miles de proyectos y otras tantas incertidumbres, allá en el horizonte. Nubes grises que no dejan ver el sol.
Pero de repente, cuando parecía todo perdido, el sol nos regala su último adiós reflejándose en los árboles de mi ventana y en una fachada enfoscada, intentando imitar al Naranjo de Bulnes aunque sepa que es imposible…
Pero la visión me ha dado alegría, y me ha dado esperanza, y para hacerme ver de que los nubarrones también pueden ser hermosos, y que siempre, siempre, habrá una nueva esperanza…