Era yo (y digo bien, «era») uno de esos padres que no dejaban que sus hijos tuviesen el móvil entre semana, ni la tablet, ni que tampoco viesen mucho la televisión… Y llegan unos cuantos días de confinamiento, y a tomar por saco el trabajo diario de cinco años. Pero, después de haber estado mes y medio sin salir, ¿quién les dice ahora que no a lo que antes no se podía?
Pobrecitos míos, se están portado como campeones. Para lo bueno y para lo malo, son tres. Diversión por triplicado, peleas por triplicado, gritos por triplicado… Hemos tenido que levantar la mano, y tanto su madre como yo somos más permisivos. Por su salud, y por la nuestra.
Lo que menos me esperaba es que les ha dado por jugar a multitud de clásicos de Recalbox en su Raspberry Pi 3B+, que les regaló Papá Noel… Hasta hace mes y medio apenas la tocaban. «Pues no ha acertado el barbudo de rojo», pensé yo… Ahora, de cuatro mandos que tenían, ya han roto tres dándole al vicio. Menos mal que les he podido arreglar uno, para que al menos puedan jugar a dobles al Mario Kart y al Double Dragon, entre otros. Voy a tener que comprar más, para que juegue yo con los tres a la vez, de nuevo 🙂
Por cierto, gracias a @tristemerienda (por favor, no os pedáis su instagram que vais a flipar con sus ilustraciones), que me consta que ayudó a Santa Claus en la ardua tarea de configurar esta máquina del infierno 🙂