Una de las aficiones recuperadas (previa hora y media de colocar el trastero) han sido las tardes de patinete.
Casi me lo paso yo mejor que ellos, la verdad, para que os voy a engañar… Nicolás ha mejorado mucho. De su torpeza inicial, ahora ha pasado a ser un semi kamikaze, ya que me pide permiso para tirarse por rampas pronunciadas… Como buen padre asustadizo, le digo que no… O que baje despacito 🙂
Celia y Mateo le dan peor a las dos (en su caso tres) ruedas con manillar. Ellos lo compaginan con la bici sin pedales, que son algo más duchos… Aunque no van a ganar el récord Guinness de velocidad en su edad. Me recuerdan a Nicolás hace unos años, y a su padre unos cuantos más 🙂